domingo, 1 de febrero de 2009

Aparentemente seguros






















Aparece el temor,
infundado
,
como si nada,
como si hubiera estado ahí desde hace algún tiempo...


Pero al igual que la pasión,

te recuerda que sigues vivo,
que el cuerpo sufre,
que el estómago puede encoger,
que las manos, en ocasiones, tiemblan...

El hambre desaparece,
y se alimentan tus tripas sólo de un manojo de nervios de cosecha tardía.





Vuelve la preocupación,
infundada,
perdida en la mente de otra persona,
intentando encontrar un pensamiento que quisieras hacer tuyo.

Y sólo encuentras tu desaparición,
pues no siempre los pensamientos son libres,
no siempre los pensamientos son sólo de uno...